jueves, 23 de enero de 2014

Orientados.

No todo fue tan malo. 
Recuerdo cuando me enseñó a reconocer en el cielo la constelación de Orión desde su casa a través del teléfono. El estaba en su casa y yo en la mía, ambos vivíamos en los suburbios por aquel entonces. Pasada la media noche las estrellas se veían nítidamente y como era verano estaban todas las ventanas abiertas. Me indicó que subiera al balcón y mirara al cielo en dirección a su casa. Frente al álamo del vecino y al costado del sauce de mi familia me quedé parada, en silencio, quieta, con el teléfono inalámbrico pegado a la oreja. Con pocas orientaciones trazamos juntos la figura de ese guerrero con escudo y garrote en mano. Cuando me dijo que la cabeza apuntaba al norte busqué en el cielo la Cruz del Sur, la única constelación que conocía, para constatar si estaba en lo correcto  <más o menos que sí> le dije. 
No me gustaba darle la razón. 

jueves, 5 de diciembre de 2013

Thelma.

Como las casualidades no existen, esta es una de esas no-casualidades:

Hoy es cinco de Diciembre, día nacional del ciclista. Estuve revolviendo apuntes viejos y encontré una entrevista que le hice a mi abuela paterna en el año 2004 en la que me contaba:

- a raíz de la bicicleta, en un grado del colegio que no me acuerdo estuve floja
- floja?
- floja en matemáticas. En mi casa conté que la profesora había dicho que estaba floja y que quizás era la bicicleta, y bueno, seis meses la bicicleta colgada en el sótano.

Se dice que detrás de cada bici hay una persona maravillosa.
Cada bici es única, como cada persona.
Y como Telma, mi abuela paterna.
Cuenta la historia que ella andaba en su bici color azul para escapar de la pereza y la apatía, para disfrutar de la brisa en la cara y poner sus delgadas piernas en acción.
Ella siempre estaba en movimiento, como el viento.

No sé si esto es verdad. Yo lo recuerdo así, entonces lo es. 

De ella heredé la bici azul, a la que con cariño apodo con su nombre, la que me lleva a donde quiera ir, para estar siempre en movimiento, como ella.




martes, 3 de diciembre de 2013

Buceando.


Te olvidaste de avisarme que todo va más rápido.
Podrías haberme prevenido, no? 

No te costaba nada un "agárrate fuerte que aceleramos"


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Boca arriba sobre el agua. La plancha. 
No te lo recomienda el médico, sino alguien que te quiere cuando te ve nadar contra la corriente.

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Estoy en un proceso de adaptación. Léase: me cuesta salir de mi propia estructura. 

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Que si mañana ya no estamos aquí y estamos allá, momento tardío para reflexionar. Mejor hoy.

viernes, 15 de noviembre de 2013

De lo inesperado.

No esperaba emocionarme así ese día, esa tarde, en ese momento.

El sol brillaba fuerte e iluminaba el río frente a nosotros. Estábamos resguardados bajo la sombra de un árbol de enormes raíces que invitaban a recorrerlas con los pies descalzos.

Estábamos conversando de cómo vivir la vida rodeada de naturaleza y no sé bien más de qué. Vos sabías como construir tu futuro, yo sé que quería algo parecido al tuyo.

Unas arañitas te incomodaban, a mi me daban gracia.

Tenía bastante calor pero quería soltar mi cabello. Y así lo hice. Basta de ataduras, pensé. Lo llevaba largo y desprolijo. Eso me hacía sentir desprejuiciada.

Vos hablabas y yo alternaba mi mirada entre los patos que nadaban por ahí, tus brazos y mis pies. Siempre me ha gustado el color tostado de la piel.

Como en los cuentos, una mamá pato pasó nadando delante nuestro con tres patitos detrás suyo en fila. Una hermosura.  Agarraste una cámara de fotos vieja, a rollo, y cuidando de no pincharte los pies descalzos te acercaste a ellos. Agachado junto a la orilla del río, cámara en mano, el sol te pegaba en la espalda y los patitos pasaban moviéndose de manera tan simpática.

Ahí no más, me emocioné. No te diste cuenta, estabas lejos y concentrado. Una brisa me erizó la piel y miré ese cuadro como si yo no fuera parte de él. El cuadro más perfecto y precioso del mundo. No le faltaba nada, no le sobraba nada.

Me emocioné y llorisqueé. No tenía pañuelito y me sequé con las manos llenas de tierra. 

Inesperada emoción que me llenó el alma.


sábado, 19 de octubre de 2013

De reflex-def-iniciones.

Punto de no retorno: se disfraza de dificultad pero es liberador. Ya no hay nada por lo que preocuparse o luchar.

Cruzar el umbral: evidencia la valentía tanto como la consecuencia de una desmesura.

Búsqueda de recompensa: el egoísmo suele buscarla sin ofrecer mucho a cambio.

La ordalía suprema: nunca se sabe con certeza cuál es hasta después de haberla experimentado en su totalidad.


La llamada a la aventura: tiene múltiples máscaras. Solo es respondida si éstas logran capturar la atención de manera hipnótica.

jueves, 3 de octubre de 2013

Rima, por mala vibra.

Tenía la boca seca, señal de que algo andaba mal,
se subió al primer autobús que pasó por la terminal.

No cerró los ojos en las ocho horas que duró el viaje,
sabía que esta vez no iba a pagar por exceso de equipaje.

No cargaba más que un sentimiento de culpa intolerable,
pensó en volver, pero ya no quería hablarle.